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El camino de la esperanza

Artículo publicado en Nueva Alcarria el 29 de septiembre de 2023

 

La margarita dijo no

 

María Tello

Escritora y ex presidenta de La Camada

 

 

Tú sí (perro de casa), tú no (perro de caza), tú sí (gato), tú no (animal utilizado en los espectáculos taurinos), tú sí (hurón), tú no (animal de producción), tú sí (animal de producción, cuando tu titular así lo decida), tú no (animal utilizado en actividad profesional, héroe del héroe), tú sí (animal inscrito en un listado positivo), tú no (ave de cetrería), tú no (perro pastor y de guarda del ganado), tú no (animal utilizado en experimentación y otros fines científicos), tú no (paloma), tú no (equino), tú no (gallo). Tú NO.

Desde el pasado 29 de marzo, fecha de publicación de la llamada Ley de Bienestar Animal, las personas que creemos que todos los seres vivos deben vivir con respeto y dignidad, estábamos esperando el día de hoy, 29 de septiembre de 2023. Fecha en la que entra en vigor la Ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales. Una ley estatal. Un hito en nuestro país al margen de las graves exclusiones contempladas dentro de la misma. Una Ley que armoniza los criterios mínimos de actuación en todo el territorio español.

La citada Ley indica su objeto, “establecer el régimen jurídico básico en todo el territorio español para la protección, garantía de los derechos y el bienestar de los animales de compañía y silvestres en cautividad”. Y entiende por derechos de los animales “su derecho al buen trato, respeto y protección, inherentes y derivados de su naturaleza de seres sintientes”. Cuando leí estos textos creí que se había dado un paso de gigante en las intenciones de los gobernantes, aunque inmediatamente vinieron los peros. Porque las exclusiones u omisiones han sido las protagonistas en la redacción final de la Ley. No acierto a entender por qué no se ha atendido a expertos en el mundo de la protección animal como responsables de santuarios y refugios, etólogos, adiestradores y veterinarios quienes, comprometidos con el bienestar animal, han trabajado muy duro aportando sus conocimientos y sus propuestas. Tampoco las de jueces y abogados. En qué momento los gobernantes cogieron una margarita para decidir que incluir o excluir en sus artículos, como cuando yo era pequeña y quería saber si le gustaba a un chico, si era cierto o no arrancando los pétalos de la flor.

Echo de menos que no se haya dado un lugar privilegiado a prohibiciones como el tiro al pichón o la protección de los equinos, también la falta de protección para la fauna urbana entre la que se encuentran las palomas que siempre han formado parte de nuestro entorno y cuyo trato debería avergonzarnos. Hubo tiempos mejores para ellas, en las que alimentarlas y cuidarlas era un acto de compasión. Me ha faltado una condena especial a todo tipo de peleas entre animales, en especial la de los gallos. Lamento que la comercialización de animales en tiendas se haya restringido solo a perros, gatos y hurones, dejando el resto de animales desprotegidos. Aún quedan muchos pasos por dar, será necesario que los animales no participen de romerías, eventos feriados, belenes, cabalgatas y procesiones, y que el transporte de animales vivos tenga las mínimas condiciones de bienestar que aquellos que están incluidos en la Ley. Y una consideración para aquellos perros denominados en nuestro país como peligrosos, la Ley prometía librarles de su mala definición, pero aquí la margarita volvió a pronunciarse con un NO rotundo.

Injusto sería no celebrar el sacrificio cero que se establece en la Ley. Tampoco el reconocimiento a los gatos callejeros, animales que, producto de la irresponsabilidad ciudadana, molestan a las personas que conviven con ellos. Ahora la Ley define a las alimentadoras como “Cuidador/a de colonia felina”, y al grupo de gatos que forman parte de esa colonia se les denomina “gatos comunitarios”. Recuerden, a partir de ahora sí tiene consecuencias agredir a las alimentadoras de colonias y a los gatos comunitarios. Porque también se establecen obligaciones para los ciudadanos.

A la espera de que se desarrolle el reglamento que propone la Ley, lo importante no es cumplir los mínimos requisitos establecidos para todos aquellos que tienen un animal de compañía, ni hacer un curso ni tener un seguro de responsabilidad civil. Lo verdaderamente relevante es que ahora las administraciones locales tienen la obligación de aplicarla en favor de los derechos de los animales. En su mano está hacer llegar a los ciudadanos su conocimiento a través de campañas de concienciación o cualquier método que consideren oportuno. En nuestra mano, estará la obligación moral de vigilar y exigir a las administraciones el cumplimiento de lo establecido en sus artículos.

Queda por delante una tarea ingente de educación en su cumplimiento, pero creo posible seguir mejorando la vida de los animales en nuestro país y continuar avanzando en nuestras reivindicaciones de mejora con un movimiento animalista que actúa con cabeza y no falto de corazón, sabiendo lo que hace y lo que se juega en cada uno de sus pasos. Mencionar nuevamente la ausencia de tantos animales maltratados en festejos, en eventos turísticos, en actividades cinegéticas o en pruebas de laboratorio deleznables. Los activistas no nos detendremos ante las adversidades y, recordar a cada ser vivo excluido por la margarita que en su NO les dio la espalda, que no están en el olvido.