Ilustración realizada por @cristinanogales
Publicado en Noticias de Guadalajara el 22 de noviembre de 2002.
Víctimas silenciosas
María Tello, escritora y expresidenta de La Camada
Me levanto con la noticia de que han detenido a un hombre sospechoso de dar muerte a la mujer con la que compartía su vida. De esa desaparición hace ya diecinueve años. Tras tanto tiempo de vacío, el cuerpo es hallado y la expareja, detenida. 2003 queda ya muy lejos. Sin embargo, el hecho sigue siendo muy cercano.
A las mujeres nos produce verdadero terror no saber qué tipo de hombre vamos a introducir en nuestras vidas cuando iniciamos una relación. Podemos ver de manera clara el físico, las aficiones, la familia o las amistades. Pero no podemos saber cómo va a ser esa persona una vez que las puertas del hogar se cierran y permaneces sola a su lado. Y, mucho peor, permaneces sola junto a tus animales en su compañía. Ahí comienza una violencia invisible que solo los ojos de los afectados pueden ver.
Y estos animales víctimas de violencia indirecta en raras ocasiones son nombrados en las noticias. Entre otras cosas, porque cuando el caso de maltrato estalla suelen estar ya desaparecidos.
Los animales de compañía se incorporan a nuestras vidas para reconfortarnos, para compartir con ellos momentos cotidianos, dar paseos o leer a su lado en esas tardes de lluvia en las que la manta se hace imprescindible. En muchas ocasiones, mediante la adopción ayudamos a los que se encuentran abandonados para darles una segunda oportunidad, con ilusión y con el objetivo de protegerlos durante toda su vida. Sin embargo, ni ellos ni la futura mujer víctimas de violencia machista pueden prever cuándo el maltratador va a hacer su aparición. Y es que los maltratadores no se enfrentan a alguien de su misma condición, ejecutan su violencia contra seres más débiles que ellos. De ahí su valentía.
El maltrato que genera un agresor sobre una mujer para causarle sufrimiento psicológico a través de sus animales de compañía es una de las formas del maltrato instrumental. En estos casos el fin no es maltratar a los animales sino provocar en la mujer maltratada daño psicológico.
La mujer tiene más opciones de escapar de la violencia cuando solo es a ella a quien maltratan, pero cuando entran en juego sus seres queridos la situación se complica porque el vínculo emocional que siente por su animal le deja sin fuerzas para abandonar el hogar que comparte con el agresor. Ante el temor de que quede en sus manos o que siga maltratándolo, la víctima decide permanecer con el machista sin conseguir que las agresiones a ambas víctimas se detengan.
Los animales se sienten desconcertados por lo que está ocurriendo en su hogar. Un hogar en el que hasta ese momento la armonía, la tranquilidad y el amor eran su vivencia. Desconocen que pueda existir un ser humano con tanta maldad como para maltratarlos con el objeto de destruir a la persona que dicen que más quieren en el mundo.
El maltrato que sufre el animal de compañía es tan variable como el daño que el agresor quiera provocar en su pareja, pudiendo llegar hasta la muerte. Son tan frágiles ante esta situación que su propia vida está en juego. No solo sufren viendo cómo se golpea, grita y agrede a la persona que ellos sí más quieren en el mundo, también sufren esos golpes que les provocan lesiones, mutilaciones, atropellos, inanición y, en última instancia, su propia desaparición mientras estas conductas agresivas del maltratador se muestran invisibles a los demás. Por no hablar de que en ocasiones los maltratadores obligan a las mujeres a ejercer maltrato sobre el animal como método de control y sometimiento.
Los efectos de este abuso son devastadores para la mujer. La imposibilidad de proteger a su animal de compañía deja a las víctimas totalmente desamparadas. A estas alturas la mujer está silenciada. El agresor consigue doblegarla en el hogar mientras la esperanza de salir indemne de esa situación se desvanece para ella.
En este camino de sufrimiento, el 17 de marzo de 2020 el Gobierno aprueba un programa llamado VioPet, que acoge, de forma temporal, a los animales de mujeres víctimas de violencia machista, a los que ofrece un lugar seguro. La mujer no solo puede escapar de su agresor sino que puede hacerlo junto al ser vivo que le acompañó en silencio en su calvario, aquel animal que sufría el maltrato a su lado.
VioPet atiende los lamentos de miles de animales que necesitan de la ayuda y el apoyo de las instituciones. Se ocupa de la desesperanza y el desasosiego que acompaña a tantas mujeres en su lucha por conseguir la libertad que ansían lejos del agresor. Porque para ellas, el animal sí es uno más de la familia, algo que no sienten ya hacia su maltratador.
Un año después el código civil regula que el agresor no pueda mantener la custodia del animal maltratado. También que no pueda visitar a los mismos, protegiendo así las víctimas silenciosas de esta ecuación: mujer y animal.
Además, el proyecto de ley de protección animal pendiente de aprobar en este momento incluye la violencia instrumental contra los animales de compañía como agravante en casos de violencia de género. Un punto clave que afectaría las penas en materia de maltrato animal en el contexto de la violencia de género.
Es necesario que los animales dentro del núcleo familiar de las víctimas de violencia de género dejen de ser víctimas indirectas y se les considere como lo que son, víctimas directas. Alcanzar esta consideración protegerá también al resto de maltratados en el hogar.
Los animales de compañía, que son uno más de la familia, sufren los horrores que los machistas ejercen sobre su frágil cuerpo con objeto de tener a sus parejas controladas psicológicamente. No puedo imaginar el horror que se vive en esos hogares, pero sí puedo vislumbrar el cambio que se está ejerciendo en la sociedad para proteger a los más indefensos. En cuestiones de violencia de género, los animales de compañía empiezan a tener una legislación que les protege.